El Circo Más
Pequeño del Mundo
Por EDUARDO SANTOS
Con el cielo como carpa y la Plaza de Armas de pista, se instaló el sábado por la tarde, El Circo
Más Pequeño del Mundo, producción de Los Ángeles de la Calle, compañía integrada por artistas de Canadá y México. Panchito,
Pepito y Marjov, las atracciones y únicas estrellas de este espectáculo circense lograron reunir a cerca de 300 personas,
en el marco del IV Festival Internacional de las Artes organizado por el Instituto Coahuilense de Cultura. "Como
siempre, las más argüenderas son las que más gritaron", dijo Panchito cuando dirigió una competencia de gritos entre
niños y niñas. Uno de los principales actos de la función fue el de malabarismo, realizado por Pepito, quien en su nerviosismo,
solicitó que le realizaran un masaje en el cuerpo. Panchito, conductor del Circo Más Pequeño del Mundo, le pidió
a la canadiense, Marjov que le hiciera el favor a su compañero Pepito, pero ella sólo lo despeinó y le dio un fuerte
golpe en el trasero. El público que formó un medio círculo para apreciar la función, no dejó de reír, pues en escena
se notó una clara competencia de habilidades, entre Pepito y Marjov. Pepito tuvo éxito en su acto de malabarismo
con pelotas de esponja, sin embargo los aplausos hacia él, le causaron miedo a Marjov quien se fue a esconder entre
el público luego del anuncio de su actuación. Panchito y Pepito se dedicaron a buscarla y más de uno entre los presentes
la delató señalando su ubicación, para que ella prosiguiera el espectáculo dando muestras de su capacidad para manipular
cadenas a ritmo de tango. Panchito comenzó a tocar su saxofón con una pieza muy sensual para que alguien del público
le diera un masaje a Marjov y así le quitaran los nervios. En menos de dos segundos ya estaba un joven en el centro
del espectáculo, dispuesto a destensionar a la rubia "ojiazul", Marjov. El sonido de las campanas de Catedral asustó
a Pepito, quien se sentó recargado en la pared del Palacio de Gobierno, tapándose los oídos. Los aplausos a Marjov
en su número atentaron contra el ego de Pepito, por lo que se dispuso a hacer otro acto de malabarismo, ahora con cuatro
clavas, conocidas también como pinos. Doña Rosita, una representante del público, gritó que quería el número con
seis clavas, para hacer la actuación de Pepito más exitante. Cuatro clavas cayeron al suelo y un abucheo del público,
organizado por Marjov se escuchó. "Querido público, esto no ha pasado nunca", dijo Pepito, para luego ser desmentido
por su compañera. Panchito pidió que Doña Rosita, le diera un masaje a Pepito para quitarle la tensión, sin embargo,
la hija de ella, una pequeña como de cinco años, no le dio permiso, pero el malabarista pasó sobre la autoridad de
la niña y le fue a dar un beso a su mamá. Pepito logró su acto con seis clavas, luego del aplauso, Panchito anunció
la actuación de la raqueta equilibrista. Con pasos de salsa, dos barillas dieron prueba de la técnica de Panchito
para dar equilibrio al artículo deportivo. Pese a su esfuerzo, entre el público hubo más de un excéptico que pensó
en la existencia de un imán dentro de las barillas o en la misma raqueta. Panchito, descepcionado soltó en llanto, pues
cinco años de practicar su número no sirvieron de nada ya que los espectadores no le creyeron. El conductor del Circo
más Pequeño del Mundo, pasó al frente a uno de los principales excépticos, Gerardito, un niño que desde un principio
gritó: "¡neee tiene imán!" Las dudas se despejaron, pues varios pequeños pudieron comprobar que no había truco en
el número de Panchito. La actuación de los invitados especiales, el grupo Danzas de la Calle, comenzó a ritmo de música colombiana. Un
niño de tres años llamado Daniel se conviritó en el centro de atención cuando les dio "la reta" a La Mosca, El Burro,
La Basura y El Güero, integrantes del grupo dirigido por Homero Craig. Como acto final, Panchito demostró sus habilidades
en monociclo, el cual, dijo tenía el sistema "fuel injection". Los gritos del público se empezaron a escuchar cuando Panchito
dio vueltas cerca de ellos y aumentó la velocidad, tanto, hasta que se estrelló en una ventana del Palacio de Gobierno. El
choque le dejó la cara chueca y los ojos saltones, sin embargo su rostro volvió a la normalidad cuando repitió el número
hasta hacerlo bien. La función terminó en medio de aplausos, tanto en la Plaza de Armas como en los espectáculos simultáneos ofrecidos,
por Los Ángeles de la Calle, en la Alameda Zaragoza, Parque Venustiano Carranza y la explanada de la Presidencia Municipal. Canadá
y México, una combinación interesante Cuenta una leyenda que los ángeles se aparecen a las personas, una vez por año,
es a partir de ella, que el grupo dirigido por Tonatiuh Morales de México y Daniele Le Noble de Canadá, toma su nombre. Tonatiuh
quien interpreta a Panchito en el Circo más Pequeño del Mundo, señaló que el intercambio entre ambos países repercute
en un espectáculo de calidad. "Quebeq es un lugar que ha desarrollado las técnicas de la calle del circo de una manera
muy interesante y están catalogados entre los mejores del mundo. "En México tenemos muchas tradiciones en artes de la calle,
entonces esta apertura contemporánea de Quebeq con toda la tradición y las ganas que tenemos en México nos da una fusión
muy interesante que nos va a llevar a hacer cosas mejores cada vez". Ángeles de la Calle es un grupo formado por diez personas,
cinco mexicanos y cinco canadienses, el cual se formó hace mes y medio teniendo excelentes resultados. Tonatiuh Morales,
estudió en la Escuela Nacional del Circo en Montreal y estuvo cinco años como artista en el Circo Du Soleil, desde su
creación. En México cuenta con una carrera de 27 años como artista de la calle, en circo, teatro y televisión. La
calle es el mejor escenario para Tonatiuh quien tiene clara la dificultad que ésto implica pues el público así como
llega, se puede ir, pues no pagó y no se siente obligado a quedarse. "Entonces el artista debe forzarse para hacer cosas que
al público le gusten y en esta comunión está la belleza de las artes de la calle", finalizó.
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