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El oso que no lo era

EDUARDO SANTOS
Zócalo / Saltillo (2008)

Llegó el invierno y con éste unas inmensas ganas de dormir y de soñar, lo que sueñan los osos, así que el protagonista de esta historia invernó, pero al despertar, su casa ya no era más, se había convertido en una fábrica.

El enfrentamiento del llamado “progreso” y la conservación del medio ambiente fue el mensaje principal de “El Oso que no lo Era”, montaje hecho con títeres que se presentó el jueves por la noche en el Teatro del IMSS, en el último día del Festival Viva Saltillo.

El oso despierta y se encuentra con una difícil situación, nadie le cree lo que es, todos piensan que es un “hombre tonto, sin rasurar y con un abrigo de pieles” que además inventa ser un animal del bosque para así no ponerse a trabajar en la fábrica.

La escenografía, en pequeña escala, un automóvil que tenía movimiento, un zoológico con pequeños animales y un circo fueron la delicia de chicos y grandes que llenaron el recinto y no pararon de reír con la historia del oso.

Carlos Converso, director, narrador e incluso actor del montaje se mostró capaz de, con un lenguaje sencillo, mantener la atención de los pequeños.

Converso se convirtió en un obrero de la fábrica, en un amigo del oso, en un presentador de circo y en un cuidador de zoológico y fue capaz de llevar a los presentes a diferentes escenarios y atmósferas, apoyado con la musicalización.

La incapacidad de reconocer las diferencias en los demás es otro de los mensajes que el oso transmite a través su historia, pues el capataz, el gerente, el vicepresidente tercero, segundo y el presidente de la empresa lo tuvieron que llevar con otros osos, del zoológico y del circo para que se diera cuenta de que no era uno de ellos.

Como no estaba en el circo y tampoco en un zoológico, entonces no era un oso, fue la respuesta, incluso hasta de los mismos de su género.

Llegó el invierno, cayó nieve sobre la pequeña escenografía y el final de la historia se anunció, el oso seguiría soñando sueños de oso.

Enseña su arte

Además de su obra, Carlos Converso estuvo durante la semana realizando un taller de títeres en el callejón Santos Rojo, a un costado de Catedral, dirigido a niños y adultos.

Para Converso estos talleres no son nada nuevo, pero para los que lo recibieron debió haber sido mejor aún, pues este artista argentino radicado en México es hoy en día el mejor titiritero del continente y uno de los mejores del mundo.

“Nos ha ido muy bien con el taller. Estamos metidos en el curso que tenemos mañana y tarde. En la mañana es para jóvenes y adultos y en la tarde es exclusivamente de construcción de títeres con diferentes materiales y técnicas”, nos comentó.

No hubo posibilidad de montar una pequeña muestra con los resultados del taller, como le hubiera gustado al autor, debido a la naturaleza del propio taller:
“Es un trabajo con niños que van pasando por el callejón. Algunos repiten, pero a otros no los vemos más”.

Converso ha destacado por mostrar de manera bella y sutil temas delicados a los niños. Para ejemplo está, además de “El Oso que no lo Era”, una obra que ilustra las tiranías en América Latina, “El Generalito”.

Este compromiso del arte con sus principios también se demuestra en su voluntad de compartir su vocación y arte en los talleres, incluso en zonas donde el acceso es más difícil:

“Ya he dado talleres así a comunidades rurales o grupos marginales y han sido experiencias muy interesantes, porque proponen y crean cosas muy buenas”, afirmó.

FICHA TÉCNICA

» Actuación y dirección: Carlos Converso
» Realización de títeres: Carlos Converso, Rubén Reyes y Lorenzo Portillo
» Música: Joaquín López “Chas”
» Pintura: Atenea Baizabal y Fernando Rueda

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