El amor rompe barreras Por EDUARDO SANTOS
Un regalo inapreciable de Dios para Porfirio Gutiérrez Aguilar fue el hecho de
convertirlo en papá de una niña y un niño, en quienes encuentra un motivo de reflexión diaria y una razón fundamental
para salir vencedor frente a uno de sus principales obstáculos: la barrera de la comunicación. Gutiérrez Aguilar
perdió el sentido del oído a los 40 días de nacido a causa de un error médico, sin embargo, él considera que el ser
humano es imperfecto y se equivoca, por ello no cabe el rencor en su corazón, pero sí la tenacidad, la voluntad y la disciplina,
factores que lo han hecho salir adelante en la vida. "Mis papás son la clave principal, en mi caso especial, dentro
de mi generación no había educación para sordos, ellos me enseñaron a leer los labios cuando estaba pequeño", explicó
Porfirio. Aunque no escucha, se dio la capacidad de aprender a hablar el español, el inglés y conocer el lenguaje de señas
de manos en el sistema mexicano y también en el americano. Estudió la preparatoria en el Instituto Tecnológico de Estudios
Superiores de Monterrey (ITESM) Campus Saltillo; luego en 1987 en la Universidad Tecnológica del Estado de California,
en la Ciudad de Pomona se graduó como ingeniero en Tecnología Electrónica. En Estados Unidos le fue más fácil estudiar,
pues allá, como estudiante becado, le tenían a un anotador y a un intérprete para que lo auxiliaran en cada una de
las clases y así se le facilitara el repaso de las lecciones. "Cuando regresé a México, en busca de trabajo, encontré
una realidad difícil de aceptar, las empresas en éste país no estaban preparadas para admitir profesionistas con capacidades
diferentes". Tres años después, encontró su primer trabajo como supervisor de satélites domésticos, en una empresa japonesa
llamada Nippon Electric Corporation, localizada en el Distrito Federal. "De nuevo regresé a Saltillo en donde logré
que se me diera la oportunidad de trabajar en Grupo Industrial Saltillo como Consultor de Auditoría Interna, donde me he
enfrentado a la tarea de crecer en un área del conocimiento diferente a la carrera que estudié. "Esta realidad me ha
mostrado que todo ser humano que posea voluntad de aprender lo puede hacer, a la vez que ésto le sirve para adquirir
seguridad en sí mismo", expresó. Un 4 de febrero de 1996 en plena conferencia sobre capacidades diferentes en el
Museo de las Aves, Porfirio comprobó que el amor a primera vista existe, al conocer a su hoy esposa Haydeé Verónica
Lindsey Aguirre quien al igual que él, perdió la capacidad de oír, cuando era niña.
Un día en la vida de un papá En
1998 Haydeé y Porfirio se casaron y formaron el hogar que hoy tienen con la llegada de sus dos hijos, oyentes, Porfirio
Gutiérrez Lindsey de tres años y Haydeé Verónica Gutiérrez Lindsey de uno. Desde entonces, cuando el reloj marca las
6:15 horas, el anuncio del reloj despertador hace vibrar el respaldo de su cama y los despierta tanto a él como a su
esposa, es hora de prepararse para ir a trabajar. "Esta misma alarma nos ayuda a mi esposa y a mí a detectar los sonidos
emitidos por nuestros hijos, y de ésta manera sabemos cuando nos necesitan", agregó. Después de un sencillo desayuno
preparado por Haydeé, el papá sale del hogar, pues la hora de entrada es a las 8:00 horas y hay que ser puntual. "Un
día cualquiera puedo estar llevando a cabo auditorías en las diferentes empresas de GIS, acorde a los planes de trabajo
que me son asignadas por mis superiores. A la una de la tarde voy a comer a casa, donde platico con mi esposa y mis
hijos, y vemos las cosas que deben atenderse", relató Porfirio Gutiérrez Aguilar. A las 14:30 horas es momento de
regresar al lugar de trabajo y terminar las labores del día hasta las 19:00 horas, para por fin regresar al hogar y
disfrutar de uno de los momentos favoritos de un papá. "Juego un rato con los niños, y a veces le doy el biberón
a la bebé, mientras cenamos juntos alrededor de la mesa a eso de las 20:00 horas de la noche. "Después platicamos mi
esposa y yo, acerca de las actividades que todos los días tanto ella, como yo llevamos a cabo y finalmente a eso de
las 23:30 horas me retiro a descansar", detalló.
Los hijos, una motivación Para Porfirio sus hijos son una
razón muy importante dentro de su vida profesional, pues lo motivan a esforzarse cada día más. "El hecho de que tengo
la responsabilidad de proveer un futuro para todos ellos, es motivo de reflexión diaria y de valorar el trabajo que
en la actualidad tengo. Mi esposa Haydeé me apoya, y el ver a mis hijos me alienta a salir adelante", señaló. El
consultor de auditoría interna, asesoría y servicios del Grupo Industrial Saltillo, manifestó que en cierta manera se
le ha facilitado su trabajo gracias a la tenacidad, voluntad y la disciplina, sin embargo está consciente del esfuerzo
constante que debe hacer para lograr una buena comunicación con sus compañeros de trabajo, amigos y su familia. "Sé
que la barrera de la comunicación siempre representa para mí un obstáculo a vencer, pero también bien sé que me encuentro
en el camino del triunfo que representa para toda persona el vencerse a sí mismo, y seguir adelante sin importar
lo que pueda presentarse, pues el horizonte de la victoria no tiene límites, sobre todo cuando uno se apoya en la ayuda que
Dios, nuestras familias y amigos nos brindan día con día", puntualizó.
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