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Periódico PALABRA. Género: reportaje. Año 2003

El amor rompe barreras
Por EDUARDO SANTOS
Un regalo inapreciable de Dios para Porfirio Gutiérrez
Aguilar fue el hecho de convertirlo en papá de una
niña y un niño, en quienes encuentra un motivo de
reflexión diaria y una razón fundamental para salir
vencedor frente a uno de sus principales obstáculos:
la barrera de la comunicación.
Gutiérrez Aguilar perdió el sentido del oído a los 40
días de nacido a causa de un error médico, sin
embargo, él considera que el ser humano es imperfecto
y se equivoca, por ello no cabe el rencor en su
corazón, pero sí la tenacidad, la voluntad y la
disciplina, factores que lo han hecho salir adelante
en la vida.
"Mis papás son la clave principal, en mi caso
especial, dentro de mi generación no había educación
para sordos, ellos me enseñaron a leer los labios
cuando estaba pequeño", explicó Porfirio.
Aunque no escucha, se dio la capacidad de aprender a
hablar el español, el inglés y conocer el lenguaje de
señas de manos en el sistema mexicano y también en el
americano.
Estudió la preparatoria en el Instituto Tecnológico de
Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) Campus
Saltillo; luego en 1987 en la Universidad Tecnológica
del Estado de California, en la Ciudad de Pomona se
graduó como ingeniero en Tecnología Electrónica.
En Estados Unidos le fue más fácil estudiar, pues
allá, como estudiante becado, le tenían a un anotador
y a un intérprete para que lo auxiliaran en cada una
de las clases y así se le facilitara el repaso de las
lecciones.
"Cuando regresé a México, en busca de trabajo,
encontré una realidad difícil de aceptar, las empresas
en éste país no estaban preparadas para admitir
profesionistas con capacidades diferentes".
Tres años después, encontró su primer trabajo como
supervisor de satélites domésticos, en una empresa
japonesa llamada Nippon Electric Corporation,
localizada en el Distrito Federal.
"De nuevo regresé a Saltillo en donde logré que se me
diera la oportunidad de trabajar en Grupo Industrial
Saltillo como Consultor de Auditoría Interna, donde me
he enfrentado a la tarea de crecer en un área del
conocimiento diferente a la carrera que estudié.
"Esta realidad me ha mostrado que todo ser humano que
posea voluntad de aprender lo puede hacer, a la vez
que ésto le sirve para adquirir seguridad en sí
mismo", expresó.
Un 4 de febrero de 1996 en plena conferencia sobre
capacidades diferentes en el Museo de las Aves,
Porfirio comprobó que el amor a primera vista existe,
al conocer a su hoy esposa Haydeé Verónica Lindsey
Aguirre quien al igual que él, perdió la capacidad de
oír, cuando era niña.

Un día en la vida de un papá
En 1998 Haydeé y Porfirio se casaron y formaron el
hogar que hoy tienen con la llegada de sus dos hijos,
oyentes, Porfirio Gutiérrez Lindsey de tres años y
Haydeé Verónica Gutiérrez Lindsey de uno.
Desde entonces, cuando el reloj marca las 6:15 horas,
el anuncio del reloj despertador hace vibrar el
respaldo de su cama y los despierta tanto a él como a
su esposa, es hora de prepararse para ir a trabajar.
"Esta misma alarma nos ayuda a mi esposa y a mí a
detectar los sonidos emitidos por nuestros hijos, y de
ésta manera sabemos cuando nos necesitan", agregó.
Después de un sencillo desayuno preparado por Haydeé,
el papá sale del hogar, pues la hora de entrada es a
las 8:00 horas y hay que ser puntual.
"Un día cualquiera puedo estar llevando a cabo
auditorías en las diferentes empresas de GIS, acorde a
los planes de trabajo que me son asignadas por mis
superiores. A la una de la tarde voy a comer a casa,
donde platico con mi esposa y mis hijos, y vemos las
cosas que deben atenderse", relató Porfirio Gutiérrez
Aguilar.
A las 14:30 horas es momento de regresar al lugar de
trabajo y terminar las labores del día hasta las 19:00
horas, para por fin regresar al hogar y disfrutar de
uno de los momentos favoritos de un papá.
"Juego un rato con los niños, y a veces le doy el
biberón a la bebé, mientras cenamos juntos alrededor
de la mesa a eso de las 20:00 horas de la noche.
"Después platicamos mi esposa y yo, acerca de las
actividades que todos los días tanto ella, como yo
llevamos a cabo y finalmente a eso de las 23:30 horas
me retiro a descansar", detalló.


Los hijos, una motivación
Para Porfirio sus hijos son una razón muy importante
dentro de su vida profesional, pues lo motivan a
esforzarse cada día más.
"El hecho de que tengo la responsabilidad de proveer
un futuro para todos ellos, es motivo de reflexión
diaria y de valorar el trabajo que en la actualidad
tengo. Mi esposa Haydeé me apoya, y el ver a mis hijos
me alienta a salir adelante", señaló.
El consultor de auditoría interna, asesoría y
servicios del Grupo Industrial Saltillo, manifestó que
en cierta manera se le ha facilitado su trabajo
gracias a la tenacidad, voluntad y la disciplina, sin
embargo está consciente del esfuerzo constante que
debe hacer para lograr una buena comunicación con sus
compañeros de trabajo, amigos y su familia.
"Sé que la barrera de la comunicación siempre
representa para mí un obstáculo a vencer, pero
también bien sé que me encuentro en el camino del
triunfo que representa para toda persona el vencerse a
sí mismo, y  seguir adelante sin importar lo que pueda
presentarse, pues el horizonte de la victoria no tiene
límites, sobre todo cuando uno se apoya en la ayuda
que Dios, nuestras familias y amigos nos brindan día
con día", puntualizó.

Sección: ETCÉTERA.