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Sarape de Saltillo

Periódicos: REFORMA, EL NORTE y MURAL. Género: reportaje. Año 2003

Tiene Saltillo
tradición sarapera
 
Por EDUARDO SANTOS
Un sombrero y un sarape bastan para hacer una
definición simple de lo mexicano y es en Saltillo
donde el símbolo de la mexicanidad toma su mayor
belleza y elaboración a través de una prenda que nace
entre los Siglos 18 y 19, como producto de la fusión
de las tilmas prehispánicas y las mantas españolas.
"Las industrias de Saltillo, los sarapes, chocolate de
metate y cajeta de membirllo, viva Cristo Rey", es un
dicho que Ana María Oyarzabal de Mendoza, de 89 años
de edad tiene muy presente, pues se dedicó a darle
vida al taller "El Sarape de Saltillo", junto a su
fallecido esposo Guillermo Mendoza Heredia, por más de
cinco décadas.
En una de las casonas del centro de la Ciudad, en la
calle de Hidalgo se encuentra ese taller que tiene 90
años de vida y pareciera ser un museo dedicado al
sarape, ahí están sus telares y el producto del
trabajo de los artesanos, las prendas multicolores,
todas diferentes.
"Es una empresa familiar, la empezó mi abuelita, la
señora Dolores Rosales de Oyarzabal y luego ya
siguieron mis papás por 50 años y ahorita mi mamá es
la dueña, queremos que continúe porque es una
tradición para Saltillo y le tenemos mucho amor",
explicó Ana María Mendoza, encargada del taller.
Mendoza comentó que en la actualidad a todos les
llaman sarapes de Saltillo, porque "el saltillero",
como también se le conoce, fue el que les dio la fama,
sin embargo existen marcadas diferencias.
"Según dicen, en Saltillo, antes llovía mucho y
siempre salía el arcoiris, entonces, creo que los
artesanos se inspiraban en los asuntos de la
naturaleza; 'el saltillero' tiene mucho trabajo en
centro, en el diamante, también tiene los matizados en
ocho tonos, es decir, la disminución de los colores",
explicó.
Antes de tener el producto terminado, se lava la lana,
se pinta, se teje, se desespina, se raspa y se manda a
planchar a la tintorería, proceso que lleva tiempo y
por esta razón el sarape original de Saltillo es más
costoso.
"De los otros, pues sólo se compra el material, o sea
el hilo, nada más son cinco tonos de color, tiene muy
poco trabajo en el centro, no existen los matizados,
es menos tiempo y por eso es más barato", detalló.
Sólo son tres los artesanos que trabajan en los
telares que se encuentran en el taller, mismos que
fueron propiedad del español José Muslera quien en los
años 20 se los vendió a Dolores Rosales de Oyarzabal.

"No es fácil el trabajo de un artesano, no nada más es
subirse al telar, lleva un proceso de aprendizaje,
durante el cual se aprenden los diseños y adquieren
habilidad manual pues tienen que mover al mismo tiempo
los pies y las manos", destacó.
Gloria del Pilar García Ayala quien pertenece a la
cuarta generación a cargo de la empresa "Sarapes la
Favorita", con más de cien años de vida en Saltillo,
dijo que su tatarabuelo Rosendo García comenzaron con
los telares en la cochera de su casa y fue en la
década de los 40, a cargo de su padre, también Rosendo
García, cuando alcanzó su mayor gloria.
"Mis abuelos siguieron y luego papá como a la edad de
15 años les empezó a ayudar a ellos, y fue donde las
ideas jóvenes y el entusiasmo del joven comenzaron a
hacer crecer el negocio".
García Ayala declaró que en ese entonces había otros
dos negocios de sarapes y era un momento en el cual
había clientes para todos, a diferencia de estos días
en los cuales cada vez es más difícil la venta de
sarapes.
"Antes teníamos a los trabajadores en la calle de
Bolívar, pero ahorita ya los acomodé en sus casas,
antes les pagaba un sueldo y prestaciones, pero opté
por pagarles a destajo porque me estaba costando mucho
y estaba trabajando en números rojos", subrayó.
De los 20 telares que tenía "Sarapes La Favorita",
sólo quedaron 6 y de los 50 empleados que llegaron a
trabajar en sus instalaciones, hoy únicamente son
cuatro.
El negocio en la calle de Bolívar cerró para cambiarse
a uno más reducido en la calle de Chiapas de la
colonia República, desde donde Gloria del Pilar lucha
por que la tradición del "saltillero", continúe viva.
"Para mi es un orgullo, me gusta mucho estar en esto,
no me deja grandes ganancias, pero por lo mismo que es
una tradición en Saltillo y de mi familia, le tengo
mucho cariño y no quiero que se pierda", finalizó.

Sección: DE VIAJE del GRUPO REFORMA.