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Nos invaden los mimos

Sin una palabra los personajes de cara en blanco y negro se adueñaron del Centro Histórico para dibujar sonrisas

 

EDUARDO SANTOS

10 MINUTOS

Sin pronunciar una palabra, una invasión de mimos se presentó en la Ciudad la tarde del lunes en el Marco del Festival Viva Saltillo.

El ruido se hizo notorio pues las carcajadas y risas de los paseantes del Centro Histórico estuvieron a la orden.

“Los Mimos por Ahí” fue el título del evento que puso a estos seres por diferentes puntos de la Ciudad con propuestas diversas.

En la Plaza San Francisco destacó la presencia de un hombre de cara pintada que sin tener, tenía pegamento en las manos y no podía despegarse de sus zapatos, del suelo y del cabello de una señora que lo miraba con atención.

Otro mimo tomaba fotos a cuanto peatón caminaba por la plaza, algunos hasta posaban para este personaje.

En el callejón Santos Rojo un mimo tenía como muebles de su casa a otros dos, que le servían como refrigerador, mesa, espejo y lavamanos.

En la Plaza de Armas sucedió una catástrofe, por lo menos eso dio a entender un mimo y aunque no se vieron indicios de accidentes, ni de lesionados, ahí se encontraba este personaje de cara triste, con una máscara protectora.

En el suelo había trozos de piedras, el mimo trataba de reconstruir lo deshecho, buscaba algo, pero no encontraba nada, mientras el público permanecía atento a cada movimiento de él.

En el callejón Ocampo estaba una mimo mujer llamada Indolencia, ella colecciona revistas amarillistas y las conserva dentro de una caja llamada “idiota”, se dedica a hacer monos de plastilina para copiar las fotos de sus impresos y colgar a sus creaciones de un árbol.

Además de todo, Indolencia era coqueta y vestía envuelta de plástico para proteger objetos delicados, de ese que tiene burbujas de aire.

La mujer de cara blanca con negro invitaba a los paseantes a que le reventaran las burbujas, hasta que un joven se animó y ella lucía extasiada ante tal hazaña del atrevido caballero.

En Padre Flores cuatro mimos se entretenían haciéndole gestos a los transeúntes, uno de ellos se sentía modelo de pasarela y hasta se dejaba tomar fotos con diferentes poses.

Una imagen dice más que mil palabras, pues sin hablar, los mimos hicieron ruido en Saltillo, el cual se escuchó a través de los aplausos y las carcajadas de la gente.

10 MINUTOS / 2007

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